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“Las totumas que recorren Colombia”

Escrito por: Maria Alejandra Zambrano, Asesora de Despacho del Fondo Colombia en Paz.

 

En el noroccidente de Colombia se encuentra una subregión conformada por 15 municipios llamada Montes de María, de gran diversidad cultural que se compone del son de las gaitas y el pito atravesao’ de ocho municipios del departamento de Sucre y del bullerengue que resuena por la costa caribe de siete municipios del departamento de Bolívar. Esta región en la década de los 70’s se caracterizó por ser un territorio pujante, con una economía fuerte y con mucho potencial de desarrollo. Su tierra fértil que conecta buena parte del país con el Caribe, la ubica como una región estratégica por su posición geográfica. Paradójicamente, sus tesoros de gran orgullo para los monte marianos, fueron también las razones por las cuales los paramilitares, los grupos ilegales y la antigua guerrilla FARC-EP se disputaron este territorio. Como consecuencia, los habitantes de los Montes de María fueron testigos de una violencia indescriptible que obligó a mujeres, hombres y niños, a abandonar la costa, las montañas y los ríos que los vieron nacer.

Isabel Diaz de Ramírez, como ella se presenta, es una mujer que nació hace 61 años en el corregimiento El Doral, cerca de la cabecera municipal de Ovejas. Desde que tiene memoria, Isabel ha sido una líder comunitaria, con tan sólo 10 años y con la desaprobación de su padre, asistía a las reuniones de su comunidad en las cuales se discutía la necesidad de la restitución de tierras. Ella, campesina de pura cepa, logró con tan sólo 14 años que a su papá le entregaran por derecho catorce hectáreas de tierra, una tierra propia de su familia para cosechar y la cual les daría el sustento por muchos años venideros, “desde niña quería que mi papá tuviera tierra para trabajar, que recuperara su territorio, por eso participaba en esos encuentros campesinos”.

Pero la violencia llegó a su puerta cuando su marido fue asesinado y ella fue secuestrada por la guerrilla para que su familia, con todo lo que poseían y tenían a su alcance, pagaran su rescate. Como muchos habitantes de los Montes de María, conservar su libertad, su vida y las de sus seres amados, se compraba con dinero, tierras y con el desplazamiento de sus sueños a otros lugares desconocidos del país.

Tras su liberación, con sus hijos y una vida por delante, Isabel validó su bachillerato para graduarse como enfermera, un título que se sumaba a su conocimiento de partería que desde niña aprendió de su madre y abuela en su pueblo, y que ayudó a cientos de mujeres a parir nueva vida al mundo. “Cuando fue la masacre del Salado, llegaban a mi puerta mujeres embarazadas que habían caminado durante tres días huyendo de los paramilitares, yo las atendía, las cuidaba y las acompañaba en su dolor”.  Su casa fue en ese entonces y sigue siendo hoy en día, un refugio para la comunidad, como buena lideresa guía con firmeza y temple, a la vez que aconseja con amor y comprensión.

“A mí las oportunidades no me llegaron, yo las busqué y las encontré porque para el ser humano nada es imposible” dice con voz determinante y mirada firme.

Los totumos de Doña Isabel.

Conocer la casa de Isabel es un privilegio. Una finca rodeada de árboles y de aire puro que suena con el crujir de las hojas, es el panorama para que en medio del jardín se alce fuerte y frondoso un árbol de totumo. Este fruto de diferentes formas y tamaños que Isabel utiliza para sus artesanías se transforma en vasos, platos, vineras, cucharas y termos de agua para reemplazar el icopor y el plástico “son esa alternativa para cuidar el medio ambiente, a través de mis totumos enseño a la comunidad a cómo reducir la basura y la importancia de cuidar la naturaleza porque sin nuestros árboles y ríos limpios ¿qué sentido tendría la existencia?” se pregunta.

Para ella, es de vital importancia que el conocimiento de este arte sea transmitido de generación en generación. Por esta razón, lidera un taller en donde enseña a grandes y chicos cómo convertir el totumo en una revolución para cuidar el medio ambiente. “Mis totumas han recorrido Colombia” dice orgullosa, pues a cada persona que conoce forastera, le regala alguna pieza que ella con sus manos ha creado y le cuenta cómo ha logrado que en su finca no haya residuos de ningún tipo, siendo un espacio sostenible y circular.

Isabel hace parte de Voces del Territorio, su historia de supervivencia y de superación son los mensajes de paz que el proyecto busca resaltar, esa narrativa de vida que ella misma creó y que demuestra que las comunidades construyen paz y reconstruyen el tejido social por medio de su conocimiento, saberes y cultura. Los totumos de Doña Isabel no son solamente artesanías, son una historia de resiliencia de las mujeres de los Montes de María, mujeres que siguen de pie con la cabeza en alto orgullosas de sus raíces y que le demuestran a Colombia que la paz nace desde los territorios.

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